domingo, 28 de junio de 2009

MI LUGAR EN LA MANADA HUMANA




Desde el principio sabía que iba ser un aterrizaje fuerte, por un motivo que desconozco mi carne, mi materia había comenzado a formarse y mantener su existencia. Y aterricé en uno de los espectáculos más grandes del universo: el anfitrión, muy profesionalmente, me guió a mi asiento en el teatro. No podría decir cómo comenzó, porque cuando llegué, el show ya había empezado. Había muchas especies terrestres, pero había un tipo de mutación que había permitido serios cambios en una de ellas. Estos cambios le dieron la virtud de manipular y explotar, lo cual convirtió a los individuos de esa especie en viciosos y obsesivos con la felicidad.

Desde mi asiento veo el show revelándose, veo las guerras de clases y jerarquías en las clases sociales, y comprendo la ambición de subir escalones, pero no me dejo motivar con esa mentira de que el hombre puede conseguir todo lo que quisiera. Desde mi butaca menos privilegiada veo el escenario, los repartos y los personajes, puedo ver los asientos que son más privilegiados que el mío y los palcos con los que ni siquiera me hago ilusiones. Desde mi asiento menos privilegiado busco la mentira en la historia e ignoro la verdad porque la verdad se cambia con el tiempo. Desde mi sillón menos privilegiado, recorro el pasado: veo pueblos que levantaban edificios que se convierten en ciudades, civilizaciones que levantan estatuas a sus dioses y sacrifican a sus hijos en nombre de ellos. Pasado el tiempo podemos hoy ver sus ruinas y sus dioses en museos, documentados y sellados como mitos.

Desde mi butaca, noto que los sillones de al lado cambian de personajes, y me llega la conciencia de que no estaré al final del show, pero mientras vivo, no tengo tiempo para la muerte (un problema menos) y cuando llegue la muerte, el tiempo se habrá acabado.

Desde mi sillón, veo padres vivir y morir creyendo conocer la verdad, veo a sus hijos nacer y morir con las creencias de sus padres y a los hijos de los hijos vivir manteniendo la tradición y morir defendiendo las creencias de sus antepasados. Quizás sería mejor prohibir esa palabra “creer”, quizás creemos demasiado. Es normal que existan muchas casas que no comprendemos, pero mejor sería decir “yo no sé”.

Desde mi sillón, veo que las cortinas se abren y se cierran y que los decorados cambian, pero no dejo que los cambios me sorprendan, porque de verdad todo es posible.

Desde mi sillón comprendo la aspiración de muchos a un sillón más privilegiado, más cerca de los asientos de los palcos, comprendo la aspiración a todo ese prestigio, al escalón más alto posible. Comprendo la aspiración a sentarse en los balcones y ver a los menos privilegiados peleando unos con otros por un puesto mejor. Desde mi lugar, me llega el sentimiento de satisfacción con lo que la vida me ofreció. Gracias a esta posición he podido comprender la moral del espectáculo, que aunque mi sitio es un penúltimo escalón, aun existen otros que ni siquiera tienen asiento y tienen que seguir el espectáculo de pie. Escuché a muchos presumiendo de ser humanos, y entendí que el gusano no presume de ser mariposa antes de construir su capullo.

Además aprendí a aceptar mi sitio en la manada humana y a estar agradecido por contribuir a este acontecimiento que está sucediendo en el universo tomando parte de este espectáculo aunque sea desde aquí, desde el gallinero.


kitty.

1 comentario:

  1. Brillante (al margen ahora de otras cuestiones). Un saludo,

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